La digoxina es útil sólo en algunos pacientes con insuficiencia cardiaca: en aquéllos con ciertas arritmias (habitualmente, fibrilación auricular) o pacientes con síntomas severos de insuficiencia cardiaca que no responden a otras medicaciones. Hay que tener cuidado, pues si sus niveles en sangre (digoxinemia) son muy altos se puede producir una intoxicación por digoxina.

La digoxina es un fármaco que aumenta la fuerza de contracción del corazón a la vez que disminuye la frecuencia cardiaca (los latidos por minuto). Se emplea en ocasiones para disminuir la frecuencia de contracción del corazón en la fibrilación auricular, aunque este fármaco no logra que recupere el latido rítmico (enlentece la arritmia, pero no la cura), por lo que puede ser necesario emplear a la vez otros fármacos antiarrítmicos.

La digoxina se elimina por el riñón, por lo que en los pacientes con insuficiencia renal puede ser necesario disminuir la dosis para evitar una intoxicación. Por ello, en ocasiones se le indica al paciente que no tome la digoxina algún día a la semana (por ejemplo, que no la tome los domingos), para evitar que el fármaco se acumule en la sangre y pueda llegar a niveles tóxicos. En otras ocasiones, especialmente en los pacientes de mayor edad, se prefiere dar sólo medio comprimido de digoxina al día, todos los días.

Si durante el tratamiento con digoxina el paciente experimenta pérdida de apetito (anorexia), náuseas, vómitos, palpitaciones o mareos, debe ponerlo sin demora en conocimiento del médico. Algunos de estos síntomas indican que se puede estar produciendo una intoxicación por digoxina.

Ante la sospecha de que la dosis que toma el paciente es demasiado alta, se puede realizar una analítica para medir los niveles de digoxina en la sangre (digoxinemia).