Los Corazones Artificiales, la Angioplastia Coronaria (ACTP, Stent) y la Ablación por Radiofrecuencia son otros tratamientos que se emplean en algunos pacientes con insuficiencia cardiaca, no en todos.

La angioplastia coronaria (sus siglas son ACTP, angioplastia coronaria transluminal percutánea) consiste en limpiar las arterias del corazón (arterias coronarias) mediante las introducción de catéteres en el cuerpo (cateterismo). La arteria femoral localizada en la ingle es el lugar por donde habitualmente se introducen los catéteres, ascendiendo posteriormente por la arteria aorta hasta llegar al corazón. La inyección de contraste en el interior de las arterias coronarias nos permite ver las obstrucciones que puedan existir. Mediante el inflado de unos pequeños balones y la colocación posterior de unos muelles (llamados “stent”) se puede limpiar la arteria. En ocasiones es necesario utilizar muchos stents para tratar varias zonas enfermas en una misma arteria o en distintas arterias. Estos muelles se pueden volver a obstruir, por lo que a veces es preciso repetir el cateterismo para colocar un muelle dentro de otro muelle que se ha obstruido. La angioplastia coronaria es una técnica compleja, por lo que no está exenta de complicaciones; aunque no ocurren frecuentemente, pueden llegar a ser graves. Si a un paciente se le coloca un stent debe posteriormente tomar un fármaco antiagregante plaquetario llamado clopidogrel, durante uno o varios meses. Este fármaco intenta evitar que se forme un coágulo de sangre en el interior del muelle.

Los corazones artificiales son dispositivos que hacen las veces del corazón, es decir, son bombas capaces de mover la sangre y permitir que circule por todo nuestro cuerpo con normalidad. Inicialmente eran aparatos muy grandes, hoy en día tienen ya un tamaño más reducido. No están exentos de complicaciones, pues al estar el aparato en contacto continuamente con la sangre ésta tiende a coagularse, lo cual puede dañar las bombas o producir una suelta de coágulos sanguíneos y producir embolias. La utilización más frecuente de los corazones artificiales es para ayudar al corazón de forma transitoria: por ejemplo cuando se ha quedado muy débil tras una cirugía cardiaca, a consecuencia de una miocarditis, o en espera de un trasplante cardiaco (para ayudar al corazón dañado, pues el corazón “nuevo” puede tardar meses en aparecer). En ocasiones se pueden usar también en pacientes que se encuentran en una situación de insuficiencia cardiaca terminal y que no pueden ser trasplantados por la edad o por otros motivos; gracias a un corazón artificial el paciente puede vivir durante años, mientras que sin él el pronóstico sería de semanas o meses. En España todavía no se han empleado corazones artificiales con este último objetivo.

La ablación por radiofrecuencia es otro tratamiento utilizado en cardiología y que puede ser útil en los pacientes con insuficiencia cardiaca. Consiste en introducir unos catéteres también por la ingle, pero ya no por la arteria femoral sino por la vena femoral, con lo que se llega a la parte derecha del corazón. Allí se realiza un mapa de la actividad eléctrica del corazón (estudio electrofisiológico), y se pueden localizar zonas que, de nacimiento o porque se hayan dañado posteriormente, tienen tendencia a producir arritmias. Una vez que se han identificado las zonas enfermas se puede aplicar radiofrecuencia (calor a gran temperatura) para quemarlas. Otros tipos de catéteres usan el frio en vez del calor para “matar” las zonas del corazón que originan las arritmias. En la insuficiencia cardiaca son frecuentes ciertas arritmias, especialmente la fibrilación auricular. Esta arritmia también se puede intentar quemar: para ello se utiliza una técnica denominada “ablación de las venas pulmonares”, ya que es precisamente en las venas pulmonares donde se encuentra el origen de la fibrilación auricular, por lo que quemando en esta zona puede llegar a desaparecer la arritmia.

El balón de contrapulsación intraaórtico es un dispositivo que se puede usar durante varios días para ayudar al corazón cuando éste está muy débil. Consiste en un balón de gran tamaño que se introduce por la arteria femoral y se coloca dentro de la aorta. Una vez allí se hincha y se deshincha de forma sincronizada con el corazón, de tal forma que actúa como una bomba extra colaborando con la función del corazón. Habitualmente, la utilización del balón de contrapulsación intraaórtico en los pacientes con insuficiencia cardiaca se realiza en una Unidad Coronaria o de Cuidados Intensivos, pues los pacientes que lo necesitan están gravemente enfermos.