La hipertensión arterial es muy frecuente en la población. Va dañando progresivamente las arterias y otros órganos de nuestro cuerpo, y es una de las causas más frecuentes de insuficiencia cardiaca. Por eso es esencial su adecuado tratamiento.
El ventrículo izquierdo es el encargado de bombear la sangre arterial para que el oxígeno y los nutrientes lleguen a todas las partes de nuestro cuerpo. Del ventrículo izquierdo la sangre pasa a la arteria aorta, que es la arteria más grande de nuestro cuerpo y de la que nacen el resto de las arterias que llevan la sangre a los distintos órganos. Para que la sangre salga del ventrículo a la aorta, el corazón tiene que vencer la presión de la sangre que se encuentra ya en el interior de la aorta: esto es lo que llamamos presión o tensión arterial. Cuanto más alta sea la tensión arterial, mayor fuerza tiene que hacer el corazón para bombear la sangre por las arterias. Debido a esto, si la tensión arterial es alta el corazón aumenta de grosor (lo que se conoce como "cardiopatía hipertensiva") con el fin de ejercer más fuerza y vencer la resistencia de la tensión arterial.
Pero este aumento de grosor es perjudicial, ya que produce una mayor dificultad para que los ventrículos se llenen completamente de sangre antes de que se produzca de nuevo la contracción del corazón y ésta sea expulsada hacia las arterias. Es como intentar inflar con aire un globo que está fabricado con una goma muy dura: habría que soplar con mucha fuerza y probablemente no se podría hinchar completamente. Al no llenarse adecuadamente los ventrículos, la sangre se acumula en la circulación pulmonar y en los pulmones, produciendo una sensación desagradable de dificultad para respirar denominada “disnea”, uno de los síntomas más característicos de la insuficiencia cardiaca.
Se dice que una persona tiene hipertensión arterial cuando al tomarle la tensión en varias ocasiones se encuentran cifras elevadas, superiores a 140 mmHg de tensión arterial sistólica y/o 90 mmHg de tensión arterial diastólica (habitualmente se escriben juntas, primero la sistólica y después la diastólica, así: 140/90 mmHg). Muchos pacientes hablan de las cifras de tensión arterial sin contar el “cero” del final, por lo que en este caso la hipertensión arterial serían cifras superiores a “14/9” (“14 la alta y 9 la baja”).
La hipertensión arterial es muy frecuente en la población general. Uno de cada 3 adultos en España padece hipertensión arterial, y en las personas mayores a 65 años aumenta hasta 2 de cada 3. Por otro lado, una de cada 3 personas que son hipertensas no lo saben, pues no se toman con cierta regularidad la tensión arterial. El control de la tensión arterial no es fácil, y muchas veces los pacientes tienen que tomar 2, 3 o incluso más pastillas diferentes para lograr que sus cifras de tensión arterial estén por debajo de 140/90 mmHg.
Las personas con hipertensión arterial muchas veces también son diabéticas, tienen el colesterol o los triglicéridos altos, o son fumadoras. Todos ellos favorecen que las arterias del corazón enfermen, y por lo tanto que la persona desarrolle insuficiencia cardiaca en un futuro.